Pasaron cinco años
para que regresara la feria de trueque a Sopó. Y lo hizo con fuerza, en medio
de una tarde espléndida, acompañada por el sol, llena de presentaciones
culturales, caras amigas, turistas y objetos para intercambiar.
Aunque el regreso
de la feria y del Festival a la MAMA ya parecía inminente, después de tan larga
espera y a pesar de varios intentos por retomarla, fue una invitación de la
Casa de la Juventud la que concretó el propósito. Su nuevo director, Juan David
Ospina, quien ha sido uno de los asistentes asiduos a la feria y al Festival a
la MAMA desde sus inicios, en 2008, dispuso todo cuanto estuvo a su alcance
para que el trueque tuviera su espacio en el marco de la Semana de la Juventud.
La Feria, que ha recorrido distintos espacios de Sopó a lo largo de los años, como la Plaza de los Artesanos, el coliseo, el parque principal, colegios y veredas, esta vez tuvo como escenario la calle peatonalizada junto al parque principal. Los puestos de trueque se instalaron frente a los puestos de los emprendedores del municipio, el escenario para los artistas se dispuso debajo de la iglesia, y la calle recibió cientos de visitantes durante toda la tarde, tanto los viejos amigos del Festival a la MAMA, como turistas en plan de domingo, atraídos por las actividades culturales ya comunes en días de festival y sorprendidos ante la posibilidad de conseguir objetos y servicios sin la mediación de dinero.
El trueque tuvo mucha acción. Varios proyectos soposeños instalaron sus puestos, como la biblioteca Nido de Águila, Casa Akbal e Ibi Tekoa, quienes ahora tienen su base en la Red Kunagua, Silvania, donde construyeron La Casa de Botellas con más de 2 mil ecoladrillos, muchos de ellos elaborados en casas de Sopó. También hubo un puesto de antigüedades, la Secretaría de Desarrollo Social montó un espacio para el intercambio de ropa nueva por alimentos no perecederos para familias en necesidad, y el colectivo Sugaca, conformado en gran medida por amigos del Festival, montó un puesto que estuvo siempre en movimiento, para el estampado de prendas con imágenes de fauna silvestre de Sopó. Además, muchas personas pasaron con sus bolsas llenas de cositas para intercambiar, y otras personas más, que no se habían enterado del trueque, fueron a casa y volvieron armados de corotos.

(Izq) Puesto de la Secretaría de Desarrollo Social Foto: Juan Carlos Rocha y (der) puesto de estampado de Sugaca. Foto: Maria Fernanda Puentes
Como telón de
fondo, se sucedieron ocho presentaciones culturales con formatos y temáticas diferentes.
Atisha, música del Caribe, con sus tambores, maracas y clarinete, trajeron la
fiesta a un público que apenas entraba en calor; la obra Inspiración, del
colectivo Vivelarte, de Fusa, asombró con acrobacias que dejaron a más de uno
boquiabierto; Sharay, con su guitarra y su voz, dio una pequeña muestra de su
poderosa música de medicina; Juan Pablo González Tobón, excelso guitarrista de
la banda Skampida, se tocó unas rolas con su esposa, una rusa que sacó su quena
y se cantó varias cumbias, para sorpresa de muchos; y unos viajeros que pasaban
por ahí aprovecharon el micrófono y compartieron sus ritmos latinoamericanos.
Los viejos
conocidos del Festival a la MAMA -un festival ambiental que ha celebrado 10
ediciones en Sopó, realizando más de 200 actividades gratuitas a las que han
asistido más de 5000 personas- también se hicieron presentes. El colectivo de
circo Tarán compartió sus avances en el clímax de la tarde; la agrupación de
música andina Hishca, ‘Tierra’ en lengua muisca, volvió a sonar en Sopó, esta
vez con un miembro de la segunda generación, Camilo Jr., quien estuvo
truequeando de lo lindo en la feria y se puso del lado de los artistas en el
escenario, al igual que Violeta, quien atendió el puesto de trueque de Ibi
Tekoa y, entrada la noche, compartió un hermoso espectáculo de pois de luces.
(Izq) Colectivo Tarán de Sopó y (Der) Hishca, música andina desde Tocancipá
El cierre estuvo a cargo de la obra ‘Niebla, lo que cubre la tierra húmeda’, interpretada por Gabriela Alvarado y Cristian Tamayo, de la agrupación Atahuitaca, otro viejo conocido del festival, quien tomó un taller de danza Butoh con el mexicano Carlos Cruz en el marco del 6to festival, y desde entonces se ha dedicado a explorar esta técnica, alcanzando un nivel superlativo. Entre el movimiento paciente y sugerente de los cuerpos desnudos, cerró una feria más en medio de la fría noche soposeña, recordando también a quienes no pudieron asistir, pero hacen parte de este tejido y han sumado sus voluntades a lo largo de esta aventura.
(Izq) Violeta en presentación de pois de luces y (der) Niebla, de la agrupación Atahuitaca
Como
agradecimiento a la Casa de la Juventud, Ibi Tekoa les regaló una
Vermicompostera Urbana elaborada por el proyecto El Pastorcito Azul, una
sencilla ecotecnia que utiliza lombrices californianas para transformar los
desechos orgánicos en abono, como un ejemplo y una invitación para cambiar
nuestros hábitos y empezar a ser parte de la solución que el mundo necesita, a
través de ciclos circulares que aporten a la regeneración de la naturaleza.
Así, durante una jornada
llena de acción, tuvo lugar este abrebocas del Festival a la MAMA, recordando
que, tras 15 años de actividades, el mundo no ha cambiado, pero sí se han sembrado
semillas que han aportado al caminar de muchas personas.
En octubre vendrá
el 11avo Festival a la MAMA, para movilizar acciones por el cuidado de la
naturaleza, esta vez bajo otro lema sugerente, que desde ya invita a la acción consciente
y cotidiana: ‘sin cambios no hay mariposas’…
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